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Santa Cena SÍ

La conmemoración de la muerte de nuestro Señor y...

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Santa Cena 2016:

¡Adelante con los preparativos!

A la familia de El Buen Pastor:

La conmemoración de la Cena del Señor ya está a las puertas. Cientos de hermanos que tienen que ver con los preparativos de nuestra magna reunión siguen realizando con esmero las labores que se les ha encomendado para poder recibir al pueblo del Señor. A todos ellos les agradecemos de antemano por su labor, Por “vuestra obra y el trabajo de amor” que realizan por el nombre del Señor y a favor de los santos (Heb 6:10) Dios les pague.

A los que tienen la alta responsabilidad de impartir la Palabra de Dios, a quienes tienen que ver con la preparación de los sagrados elementos, a los que se encargan de las labores del templo, a doctores y enfermeras que ya se están preparando, a todas las diferentes comisiones, conocidas y no conocidas. A los que participan localmente en las congregaciones con los preparativos. A pastores y obreros del Señor, a quienes se encargan de aspectos de la logística como de autobuses para el traslado del los hermanos. A todos los hermanos y hermanas que realizan una labor a favor de todos los que habrán de asistir

¡Qué el Señor Jesucristo les recompense!

Hebreos 6:10
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado á su nombre, habiendo asistido y asistiendo aún á los santos.


El propósito y centro de nuestra reunión es conmemorar y anunciar. Conmemorar y anunciar ¡La muerte del Señor Jesucristo!. Recordar que por la muerte de uno, los muchos fuimos redimidos; que por la muerte del justo, los injustos fuimos perdonados. El centro de la reunión es “aquel que es la cabeza, a saber, Cristo” (Efesios 4:15). Toda labor que realizamos, es por amor a Él, y sabemos que nuestro “trabajo en el Señor no es vano”.

Los preparativos siguen adelante. En Hebreos 6:11 dice “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin”. Como cada año hay diferentes obstáculos a superar. Nuevos desafíos y otros ya muy conocidos de nosotros, pero Aquel que sustenta todas las cosas con la palabra de su potencia a nos da siempre su gracia para ir adelante. ¡Nunca habrá obstáculo que impida la conmemoración de la Santa Cena!

A solo unos días para nuestra reunión, a través de este medio, y a nombre de la mesa directiva: les agradecemos en Cristo, les animamos a realizar nuestra labor de la mejor manera posible, y ha realizarla con “la misma solicitud hasta el fin”

Que el Señor Jesucristo nos conceda ver la culminación de todo esfuerzo cuando reunidos en la casa de Dios, podamos mirar al pueblo de Dios alabando a nuestro bendito salvador.

Gracia y paz de Cristo Jesús

 

EL CORDERO DE DIOS

 

Por la Dirección del Espíritu Santo, para nuestra próxima fiesta espiritual de Santa Cena, se ha elegido el lema: “El Cordero de Dios”, con ello, en la exposición de la Palabra, en los cultos que se celebraran, vamos a tener la oportunidad de profundizar, en el contenido de este ministerio cumplido por nuestro Señor Jesús. Mas a través de esta página, queremos aportar nuestro granito de arena, para que la Iglesia, pueda entender mejor, el por qué ha nuestro Señor Jesús, en la Biblia se le identifica como: “el Cordero de Dios”.

En Juan capítulo 1, versículos 29 y 36, encontramos que Juan el bautista, presenta al Señor Jesús, como: “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Esta expresión debe de ser entendida, como que el mismo Dios del cielo, estaba dando a la humanidad, a alguien que sería el perfecto y último sacrificio por el pecado. 

Para poder entender de mejor manera este enunciado, debemos abrir nuestra Biblia e iniciar nuestra investigación en el Antiguo Testamento, en el cual podemos encontrar textos que se refieren al hecho, de que un día aparecería el Cristo o Mesías, el cual se entregaría como una “ofrenda por el pecado”, el profeta Isaías lo manifiesta así: 

"¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y dipúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Del trabajo de su alma verá y será saciado; con su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y él llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores".

(Isaías 53).

 

No podemos, más que estremecernos y dar glorias y alabanzas, ante tan detallada descripción, de lo que sería el ministerio del Señor Jesús como: “Cordero de Dios”.

Pero no es todo, el Antiguo Testamento, nos muestra como en la Ley de Dios, entregada al caudillo Moisés, se estableció en favor de la nación israelita, un sistema de sacrificios, y ese sistema, sería la base, que serviría, para que, al presentarse el Señor Jesús en la tierra, como: “El Cordero de Dios”, su sacrificio fuera entendido por la humanidad, aprobado por la divinidad, y recibido por todos aquellos que depositen para salvación su fe en Él (Romanos 8:3; hebreos 10).

Cuando mencionamos que el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, serviría para que se comprendiera por que el Señor Jesús es: “El Cordero de Dios”, nos referimos, a que, en el momento en el que Juan el Bautista se expresó sobre Jesús como:

"El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"

Juan 1:29

Los judíos que lo escucharon inmediatamente entendieron a que estaba aludiendo Juan, pues ellos habían presenciado muchos sacrificios de corderos en otro tiempo.

Al mirar con detenimiento al Señor Jesús, quien había sido presentado como “El Cordero de Dios”, a la mente de todo fiel judío, tuvo que haber llegado el recuerdo de la fiesta de la Pascua, celebrada año con año, trajeron a su memoria como el cordero pascual era sacrificado, y lo que representaba, era una celebración en recuerdo del momento en que  Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, de cómo, al sacrificar al Cordero de la Pascua y aplicar su sangre en los postes de las puertas de las casas, el ángel de la muerte pasó de largo ante los israelitas que estaban “cubiertos por la sangre” (Éxodo 12:11-13), Y los judíos, aquellos que miraron con fe al Señor Jesús, pudieron entender que en un futuro próximo, Él sería el que expiaría el pecado de toda la humanidad.

Es claro, que aquellos israelitas, que presenciaron el anuncio del Juan el bautista, recordaron las profecías pronunciadas por Jeremías y Isaías, que hablaron del “…cordero inocente que llevan a degollar…”, y de aquella otra, que dice: “…como cordero fue llevado al matadero” (Jeremías 11:19 y Isaías 53:7), a su mente llego la imagen de todos los corderos, que diariamente –mañana y tarde—, eran sacrificados en el templo de Jerusalén, por el perdón de todos los pecados cometidos (Éxodo 29:38:42), entonces ellos comprendieron –los que lo vieron a través de la fe—, que se aproximaba el día en el cual, esos sacrificios cesarían, que Jesús era el Cristo, que presentaría un sacrificio perfecto, el cual proveería la redención completa y total, sin necesidad de que se repitiera todos los días. Permítanos invitarle, a que haga una pausa en su lectura, y de una ofrenda de glorias y aleluyas a al Señor Jesús, quien es: el Cordero de Dios.

Ahora, ya no hablaremos más, de aquellos que escucharon el anuncio de Juan el Bautista, y de lo que debieron de entender. Hablemos de nosotros los que tendremos la dicha de sentarnos a la Mesa de la Celebración de Santa Cena. En primer lugar, nosotros sabemos, que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), en segundo lugar sabemos, que el pecado nos separa de Dios, también sabemos que la Biblia enseña que todos somos pecadores, que ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23), otra cosa que sabemos, es que somos culpables ante Él a causa del pecado; sin embargo –gloria a Dios—, también sabemos, que el pecador tiene esperanza de ser salvo del pecado y sus consecuencias, porque Dios nos proveyó un medio para reconciliarnos con Él, Dios se manifestó en carne (1 Timoteo 3:16), y ser conocido como “el Cordero de Dios, para morir en la cruz y con este acto de sublime gracia, hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los pecados de todos los que hemos creído en Él.

En la próxima Santa Cena, vez tras vez, usted escuchará el anunció: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, y usted sabrá, que, aunque no le ve, en Espíritu, Él estará ahí, y será el momento de celebrar y de dar gracias, a nuestro bendito y amado “Cordero”, pues a través de Su muerte en la cruz, y Su resurrección tres días después, es que ahora podemos tener vida eterna. Será el momento de caer postrados frente a Él y adorarlo, “Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación: Ya ordenado de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro 1:18-21).

P. A. F.

 

 

TRANSMISIÓN EN VIVO

CULTO SANTA CENA 

14 de abril de 2016

14:00 - 20:00 Hrs.

 

  

 

Gloria del cordero

 

LA GLORIA DEL CORDERO

 




Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?
Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.
Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dice: No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos.
Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra.
Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos:
Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación

 


(Apocalipsis 5:2-9 RV1909)

 

 

 

El contexto
Al leer estos versículos del libro de las revelaciones entendemos que el tema central en ellos es Jesucristo en su papel de Redentor que aparece en el libro de Isaías y en el Evangelio escrito por el Siervo de Dios Juan, como el Cordero.

En la escena celestial que describe el capítulo 5 del Apocalipsis miramos el rollo de un libro que nadie es capaz de abrir. Nadie posee la dignidad suficiente para abrirlo y mirarlo. La cantidad de sellos que tiene este libro son siete, lo que quiere decir que su contenido era secretísimo; estos sellos a manera de las cartas reales antiguas sujetaban la hoja enrollada, de manera que para abrirlo era preciso retirarlos todos.

Un fuerte ángel grita a grandes voces con el fin de que todo lo creado sea capaz de escuchar su voz, preguntando si existe alguno con la dignidad suficiente, pero nadie responde en la creación. No existe ángel en el cielo, hombre en la tierra ni en otro lugar que se pueda arrogar esta dignidad. El hecho de preguntar a toda la creación sólo sirve para demostrar la alta dignidad del personaje central de ésta escena.

El Cordero
El apóstol es interrumpido en su llanto por uno de los ancianos que le dirige la mirada hacia el centro de todo aquel lugar. Juan entendía la importancia de la apertura de aquel libro y el anciano lo tranquiliza diciendo: no llores, mira que ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David para abrir el libro.
Estas palabras inspiradas en los pasajes del Antiguo Testamento nos confirman de dónde procede el Cordero y a quién representa. La frase “León de Judá” procede de la bendición de Jacob a sus doce hijos; esta bendición por supuesto es mesiánica. El título “Raíz de David” procede de la referencia que hace Isaías capítulo 11 a la descendencia de Isaí, padre del rey David. Por lo tanto estos dos títulos nos confirman que procede de la tribu de Judá y que desciende de la familia real de David.

Pero la parte donde deseo detenerme un poco más es en el paradójico contraste del León anunciado por el anciano que aparece con la forma de un Cordero; la diferencia entre lo que se anunció y lo que puede verse al centro de todo parece diametralmente opuesta. Juan contempla en lugar de un León a un Cordero que estaba de pie y que aparecía con evidencia de haber sido degollado; en lugar de ver la figura majestuosa del León se presenta la figura dócil de un Cordero. El apóstol está mirando no a otro sino al Cordero que presentó hace mucho Isaías siendo llevado al matadero y delante de sus trasquiladores. La presencia de este Cordero alude a su mansedumbre, humildad, inocencia y santidad que caracterizan al Mesías.

El Cordero aparece de pie pero llevando las señales de su inmolación, de la manera en que se presentó a Tomás con las marcas en las manos. Él está de pie porque a pesar de haber sido degollado; ha logrado vencer la muerte con su resurrección; un hombre escribió la siguiente frase respecto a éste versículo: “Cristo ha sido, en efecto, León para vencer, pero se ha convertido en Cordero para sufrir”. Su sufrimiento, muerte y posterior resurrección han sido la causa de la definitiva victoria sobre el pecado y la muerte. Cristo representado por el Cordero lleva las marcas de su cruento sacrificio, las huellas de la batalla y el sufrimiento que llevó en su camino al Gólgota; estas heridas forman parte de su dócil, humilde e inocente figura en medio de aquella majestuosa escena celestial.

El Cordero tiene, además de las heridas del sacrificio siete cuernos; éstos representan la plenitud de su poder y fuerza, sus siete ojos designan su absoluto conocimiento y la referencia a los siete espíritus de Dios no hacen sino aludir nuevamente a Isaías en su capítulo 11 para confirmar que el Cordero del que se habla es sin lugar a dudas la representación de Jesucristo, de cuyo poder y autoridad se sujeta toda cosa creada, cuyo conocimiento es ilimitado y sobre quien habita la totalidad de la divinidad en presencia corporal.

El Cordero finalmente toma el libro y cuando esto sucede, los cuatro seres vivientes y los ancianos se postran, esto es, se colocan sobre el suelo, en señal de adoración y reconocimiento. La alabanza que se escucha resalta una vez más la dignidad del Cordero para abrir aquel rollo y romper los siete sellos; la razón que aparece en las palabras de este canto es precisamente la inmolación del Cordero.

Considero importante resaltar que el Cordero es tomado como digno por haber muerto; a un ejército se le reconoce como victorioso cuando da muerte a sus enemigos, en contraste, Cristo ha sido hallado victorioso por haber muerto, es justamente su sacrificio lo que hacía falta para hacer posible la reconciliación universal de la humanidad con su Creador por medio de la Sangre que fluyó desde el monte Calvario; y es su resurrección lo que selló la victoria sobre la muerte no sólo física, que tendrá cumplimiento cuando todos los que somos salvos participemos de la resurrección, sino ante todo sobre la muerte eterna, porque por medio de su sacrificio es posible quitar el pecado del corazón de los hombres y presentarlos ante Dios como dignos de recibir la vida eterna.

La gloria del Cordero es su sacrificio. La majestad del Cordero va acompañada de las huellas de su inmolación; esas heridas forman parte de su gloria. El Cordero muestra sus heridas para personas que necesitan un poco de ayuda para creer, como Tomás, como usted y como yo.
Nosotros, amamos esas heridas, porque sabemos que cada una de ellas infringidas con odio y saña estaban siendo soportadas por el Cordero movido por el amor más grande que hombre alguno ha sentido jamás.
Nosotros amamos sus heridas porque sabemos que aquella herida abierta en el costado de Jesús fue la hendidura necesaria en el tronco de la oliva para que los extraños fueran injertados en el sitio que no les correspondía, para que los gentiles, los que no éramos elegidos fuésemos insertados y hechos participantes de la Promesa.

Podía bien haber aparecido un majestuoso león en medio del trono y de los animales y de los veinticuatro ancianos y podríamos haber hablado del poder, señorío y autoridad que representa su figura. Pero Dios eligió mostrarse como un Cordero que exhibe con gran dignidad sus heridas, porque su sacrificio nunca debe ser olvidado ni tenido en poco.

¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!

Lectura Diaria de la Biblia UNO+MAS