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Un periodista de cierto renombre entrevistaba en la radio a un actor de fama internacional, —me tocó escuchar la entrevista mientras viajaba de regreso a casa, después de un largo viaje— de momento el entrevistador preparando su siguiente pregunta, dijo: “Es increíble, pero tú y yo somos de otra época, mis hijos no conocen una máquina de escribir, ni siquiera un tocadiscos”.

No pude seguir prestando atención a la entrevista en cuestión, pues me quedé meditando en lo expresado: “somos de otra época”. Antes de atreverme a escribir sobre el internet, redes sociales etc., quiero dejar en claro que el que esto escribe “es de otra época”, pues sé lo que es escribir en una máquina mecánica, escuchar música en un tocadiscos, quedar aislado al momento de salir de casa, etcétera, porque en mi temprana juventud no existían los celulares y un sinfín de cosas más, artefactos que la gran mayoría de los jóvenes actualmente no conocen.Teestallamando 2

Los de “otra época”, hemos visto cómo la tecnología nos ha rebasado a pasos agigantados y aunque no lo crean, tratamos de medianamente seguirle el paso, con muchos esfuerzos, buscando valernos de ella para apoyo de nuestro ministerio y a la vez para entender por qué los jóvenes de hoy hacen lo que hacen y piensan como piensan. Entonces, me doy cuenta de la gran diferencia de épocas que nos tocó vivir, y que debo ser cuidadoso al hacer un comentario al respecto.

Y para poder dar una opinión sobre la juventud y el uso de la red, el primer texto que viene a mi mente es el que escribió el apóstol Pablo a la Iglesia en Corinto: Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; empero y á él y á ellas deshará Dios. Mas el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo” (1 Corintios 6:12-13).

En estos versículos, el principal tema que se trata es el de la fornicación. La palabra fornicación incluye un completo rango de conducta sexual que cae en la inmoralidad. Algunos en Corinto trataban de excusar su participación en la inmoralidad sexual con este dicho: “Todas las cosas me son lícitas”. Estaban citando este dicho para justificar su participación promiscua sexual. Pensaban que la fornicación era una de “esas cosas licitas”, entonces la fornicación era lícita ó aprobada. Este argumento probablemente surgió de la perversión de la enseñanza de Pablo acerca de nuestras libertades en Cristo. Los corintios habían malentendido su libertad en Cristo, (Gálatas 5:13). Pero la verdadera libertad se encuentra en hacer el bien.

Pablo no nos está enseñando que es lícito cometer pecado. “Todas las cosas me son lícitas” significa: “Soy libre de hacer cualquier cosa aprobada por Dios, pero aunque esta cosa sea lícita puede ser que no sea conveniente que la haga”.

Imagen-phonNo debemos participar en algo aunque sea lícito, a menos que también sea primeramente conveniente y provechoso; y segundo, que no nos domine o esclavice. Si una cosa no es provechosa, no debemos hacerla y si nos domina o esclaviza, tampoco debemos practicarla. Pablo estaba diciendo, aun si fuera lícito, legal o permitido cometer fornicación, era una práctica destructiva, no provechosa y que también esclavizaría. Entonces, el dicho “Todas las cosas son lícitas” fue mal aplicado, usándose para practicar la inmoralidad sexual.

La otra frase del texto: “yo no me meteré debajo de potestad de nada”. Los drogadictos, alcohólicos, los que fuman cigarrillos, los que miran pornografía o duermen con prostitutas están esclavizados a estos pecados, se han metido bajo la autoridad de algo, que aunque pudiera ser licito, no conviene, pues los esclaviza, porque estas cosas les dominan. Son esclavos del pecado.

Entonces, la moral paulina no consiste en saber lo que está permitido o no, sino en saber lo que favorece nuestro crecimiento en Cristo y lo que no lo favorece (Romanos 6,15). San Pablo no rechaza del todo la frase “Todo me es lícito”, pero añade: “No me dejaré dominar por nada”. Frente a los que alegan la libertad de Cristo para justificar que ya no tienen que ajustarse a ninguna obligación, Pablo objeta diciendo que la peor de las esclavitudes es la esclavitud a los instintos y pasiones, y que la verdadera libertad consiste en no dejarse dominar por nada.

Con esto en mente, al hablar del Internet y todo lo que involucra, meditemos, ¿Es lícito? La respuesta es ¡Sí! Claro que es lícito, nadie que tenga internet será perseguido, encarcelado, o privado de su libertad. Si tenemos para pagar por tenerlo, inmediatamente nos será proporcionado; desde un niño hasta un adulto, en todo café internet son atendidos y una máquina les será puesta a su disposición.

Entonces aquí la clave es: ¿Conviene? De entrada, todos podemos responder que sí, que es una herramienta que conviene, que es tecnología que nos ayuda y apoya en nuestras labores, que desde el estudiante hasta el profesionista son auxiliados por este maravilloso invento y que incluso los pastores nos beneficiamos de él. Entonces, el internet no es algo que debamos satanizar, pero del cual si nos debemos cuidar.

Pero para responder la interrogante de que si conviene, debemos darle una respuesta no general, sino personalizada, cada uno, en lo intimo de su corazón, debe ser honesto y contestar si realmente le conviene, y esto es por el uso que cada uno le esté dando.

Tuve la bendición de participar en una plática, donde un siervo de Dios comentaba que élImagen-phon 1 tuvo un negocio de internet, donde se pudo dar cuenta que la mayoría de usuarios, desde niños hasta adultos, llegaban solicitando una computadora con la intención de realizar alguna tarea, pero que ésta les tomaba solo un poco de tiempo, y después se dedicaban a visitar paginas que en su mayoría eran de un alto contenido sexual, el siervo de Dios que testimonió esto, terminó su platica diciendo: “Nos espantamos por la televisión, cuando por internet se tiene acceso a cosas peores”.

Entonces la respuesta a “¿Me conviene?”, debe darse en el plano personal, y de acuerdo con el uso que cada quien esté haciendo del internet, pues si lo hace en el punto de: “me ayuda en mis tareas, en mi trabajo, en mi crecimiento cultural y espiritual”, pues adelante, claro que conviene. Pero si la situación de alguien que lea este texto es: “la verdad es que me he esclavizado a prácticas a través del internet, que me daría vergüenza que mis padres o mi pastor se dieran cuenta”, entonces tú eres esclavo de tus malos hábitos, tú eres un esclavo del maligno, tú eres uno de los candidatos a decir: “no me conviene”, y tienes que buscar a Dios y a tus hermanos en Cristo para que salgas de esa trampa de muerte.

Y qué tal la parte de nuestro texto a considerar: “todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada”. ¿Puede algo que la sociedad declara lícito o que la iglesia comprende como lícito, meter a alguno bajo una autoridad que no sea la de Dios? Una vez más la respuesta es ¡Sí! El internet, por su contenido variado, nos puede meter en caminos de muerte, de ninguno de nosotros es desconocido que, independientemente de toda la información buena que posee, también incluye páginas que violan las normas santas de Dios, muchas de ellas con un penetrante contenido sexual e inmoral, en las cuales definitivamente no conviene transitar.

Cuando estemos a solas, solamente nuestra computadora y nosotros, debemos pensar: “El Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo, no me enseña que sea lícito cometer pecado, él me dice: “Todas las cosas te son lícitas, eres libre de hacer cualquier cosa que no sea reprobada, pero aunque esta cosa sea lícita puede ser que no te sea conveniente, pues te está orillando a meterte bajo una autoridad, que no es la de Dios”.

Debemos participar a través del internet, en algo lícito, pero que también sea conveniente y provechoso; y segundo, que no nos domine o esclavice. Si una cosa a través del internet no es provechosa, no debemos hacerla y si nos domina o esclaviza, tampoco debemos practicarla.

Debemos ser realistas: hay muchas cosas en nuestra vida que nos cuesta controlar y si una de ellas es el internet, debemos meditar responsablemente, si será correcto que lo sigamos usando, responsables somos de usar sabiamente todo tipo de tecnología y más cuando se vea involucrado nuestro ser por entero, podemos darnos la libertad de visitar todo sitio en internet que se nos antoje, pero no conviene, porque eso traerá esclavitud espiritual a nuestra vida, esclavitud que nos llevará a la muerte, pues la paga del pecado es la muerte .

Hermano, tú que lees esta sencilla reflexión recuerda: “la verdadera libertad consiste en no dejarse dominar por nada, aunque sea ilícito”.

Colaboración del siervo de Dios:

Pablo Aguilar Figueroa.