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Santa Cena SÍ

La conmemoración de la muerte de nuestro Señor y...

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    ALABANZA

    AUDIO

    El mas grande amor



    El momento llegó



    Gracias Señor



    Hoy Celebramos



    La iglesia espera a su amado



    Oh Dios, Oh Cuan Grande es tu amor



    Por qué a Él



    Sólo tu eres Santo



  • ALABANZA

    AUDIO

    El más grande amor

     


    El momento que anhelaba



    Hoy Celebramos



    La Iglesia espera a su amado




    Oh Dios Cuan Grande es tu amor




    Por que haré



    Solo Tú eres Santo




  • ALABANZA

    AUDIO

    El más grande amor



    El momento llegó



    Hoy Celebramos



    La Iglesia espera a su amado



    Oh Dios, Oh Cuan grande



    Por qué a Él



    Solo Tú eres Santo



  • ALABANZA

    AUDIO

    El más grande amor



    El momento llegó



    Gracias Jesús



    Hoy Celebramos



    La Iglesia espera a su amado



    Oh Dios, Oh Cuan Grande es tu amor



    Por que a Él



    Solo Tú eres Santo



Información a los que colaboran con la misión en Colombia

 

Colombia

 

 

A todos los hermanos que han estado colaborando para apoyar la misión en Colombia. A toda la familia del Buen Pastor que ha estado interesada en este proyecto misionero.

SALUDOS EN EL SEÑOR JESUCRISTO

 

Es de gran importancia para nosotros comunicarnos con ustedes por este medio con tres propósitos: Agradecimiento – Información – Solicitud

 

Agradecemos a los que colaboran para que esta obra sea posible con sus oraciones y sus donaciones. Todos los que participan en este proyecto, a saber: Los que salen en labor misionera, los que apoyan financieramente, los que participan orando, pueden estar seguros que “el trabajo en el Señor no es vano”. Desde el día en que se realizó el primer bautismo en esa región podemos decir que “todo trabajo” que ha sido hecho de nuestra parte ha tenido ya un fruto para la eternidad, cuanto más al saber que ahora tenemos no un hermano sino una familia cristiana en esas regiones. A todos los que han unido su corazón a esta misión: Dios les pague con santas y ricas bendiciones. Queremos poner en su corazón 1ª Cor. 3:8 que dice “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor”. Todos los que de alguna forma participan en esta labor “son una misma cosa” es decir, un mismo equipo, con un mismo deseo: que el mundo sepa, no de nosotros, pues no nos predicamos a nosotros mismos (2ª Cor 4:5), sino que sepa de las virtudes de nuestro amado Salvador, Jesús el Señor. Miren el texto bíblico, nos dice que aunque unos participan de una forma y otros participamos de otra, somos una misma cosa y nos dice también que cada uno recibirá la recompensa de Dios conforme a la labor realizada. Amados hermanos, la recompensa les espera.

 

Toda obra de Dios enfrenta oposición (1ª Cor 16:9), las almas escuchan el glorioso evangelio de Cristo, el nombre de Jesús es glorificado, la obra avanza, pero no sin oposición ¡Nunca sin oposición!.

 

Sabemos también de todas las adversidades que se han enfrentado en el pasado y las que actualmente se enfrentan. Durante cierre de nuestro pasado Congreso Internacional Juvenil, los jóvenes pudieron escuchar como es que, de formas inimaginadas la misión en Colombia trata de ser vulnerada. Sin embargo como ayer, hoy y siempre, la obra que es de Dios continua.

Sigamos en oración para que el Señor nos muestre su estrategia y cual es el siguiente paso.

 

Información y solicitud

Además de agradecerles su apoyo, nuestro propósito es enviarles la información completa de este apoyo con el que ustedes han contribuido, información de ingresos y egresos.

2ª Cor 8:21 nos enseña “Procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, mas aun delante de los hombres”. Las frases “no sólo” y “mas aún” nos muestran claramente el hecho de que, en los trabajos en el Señor que implican asuntos financieros no sólo se nos demanda la honestidad “delante de Dios” es decir, la honradez real y no aparente, la honestidad ante los ojos de quien nos ve en lo privado, pues todos nosotros estamos desnudos ante los ojos de Aquél a quien tenemos que dar cuenta (Heb 4:13) . Pero en la Palabra se nos demanda claridad “no sólo” ante los ojos de Aquél que nos ve en privado sino también ante los ojos de aquellos que nos ven en público.

 

A todos los que colaboran:

Apóyenos ahora a cumplir esa responsabilidad ante Dios y antes ustedes enviándonos su correo para poder comunicarnos con ustedes mas particularmente y hacerles llegar la información completa. Tenemos la lista de los que participan en esta obra pero les rogamos nos hagan llegar su dirección de correo a para reenviarles la información.

 

Si leíste este mensaje y sabes de alguien que colabora en esta labor apóyanos pasando la voz

 

Evitando que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos;Procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, mas aun delante de los hombres”

2a Cor 8:20-21

 

Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo.

 

 

 


 INSTITUTO TEOLÓGICO DE CAPACITACIÓN PASTORAL

 

 

 

 

 

El lema de nuestra fiesta espiritual de Santa Cena, para este año, hace un llamado a ser una iglesia espiritual. Creo que para dar cabal cumplimiento a dicho llamado, debemos analizar primeramente, la forma en la que Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por la iglesia.

 

El apóstol Juan en el libro de Apocalipsis, capitulo 5, nos habla en esa tremenda revelación, que en el cielo fue mostrado un libro, sellado con siete sellos, y un ángel, cual vocero, pregunta en voz alta:“¿Quien es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” En otras palabras ¿Quien es digno de dar inicio a una nueva etapa en la historia de la humanidad? ¿Quién puede rescatar a la humanidad de la esclavitud de Satanás, y perdonarle sus pecados?

 

Después de la crucial pregunta, como respuesta solo se escucha un pesado silencio, nadie puede contestar, no se halló ninguno, ni en el cielo entre los santos, ni en la tierra entre los creyentes, ni debajo de la tierra entre los muertos en Cristo. Aun entre todos los santos de todas las épocas, patriarcas, profetas sacerdotes, reyes y apóstoles, no se halló quien fuera digno, capaz de acercarse y tomar el libro.

Y ante tan desastrosa situación, el apóstol Juan se desmoronó postrado en terrible llanto, la tristeza de Juan es grande y comprensible, porque si no se hubiera hallado a uno digno, poderoso, capaz de poder destruir los planes de Satanás y de rescatar a la humanidad de la esclavitud espiritual y de las consecuencias del dominio del pecado, esta humanidad estaría irremediablemente perdida para siempre.

Mas qué hermoso es escuchar la voz de aquel anciano, quien sabe que si existe alguien que es digno, ese noble anciano le dice al apóstol: “No llores; he aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.

 

Y entonces Juan enjuga sus lagrimas, recobra su postura, ansioso de encontrar con su mirada, al León poderoso del cual se le habla y que si es digno por que ha vencido, más cuando vuele su rostro, inesperadamente Juan ve otro ser, no el León que él esperaba, sino:“Un Cordero como inmolado”.

Esta representación envuelve un gran contraste, ni los majestuosos Arcángeles, ni los seres vivientes tenían el derecho de romper los sellos, solamente un Cordero puede hacerlo, un desvalido, inocente e inmolado Cordero. Ese Cordero, usted y yo lo sabemos, es el Señor Jesucristo, ¡Si porque Él es el que pagó todas nuestras deudas, perdonó nuestros pecados y nos compro juntamente con todos nuestros bienes! Ese bendito Cordero es el que de su costado nació la iglesia.

Pero cuando Juan miró, subrayamos que ya no vio a ese León de la tribu de Judá, sino que advirtió a Cristo apareciendo como un Cordero inmolado, era ineludible, que todos los hombres de todas las épocas, entendieran que lo que en un tiempo parecía derrota, realmente fue: “El triunfo de los triunfos y la victoria de las victorias”.

El día de la pasión del Señor Jesucristo, cuando el apóstol Juan vio a su Maestro bañado en sangre, de la cabeza a los pies, cuando lo observó con una corona de espinas clavada en su frente, cuando contempló su rostro hinchado y amoratado por los golpes propinados por sus verdugos, cuando avistó el cruel castigo que el látigo romano infringió en el cuerpo del Señor, dejando no solo la piel desgarrada, sino aun órganos internos expuestos, cuando su mirada se posó sobre Jesucristo, que ya pendía de una cruz, con sus manos y pies atravesados por gruesos clavos, y cuando al final lo escuchó decir:“Consumado es”,y en seguida entregó el espíritu. Él pensó que al final de todo, Jesús había sido derrotado, Juan no podía creer lo que acababa de presenciar. La idea del Cristo muerto en manos de sus enemigos, iba totalmente en contra de todas sus esperanzas.

Puedo imaginarme al apóstol sacudiendo la cabeza diciendo: ¿Y eso es todo? ¿Eso es lo que ganamos con todo lo que hemos hecho? ¿Dejamos nuestros hogares y trabajos sólo para esto? "Teníamos grandes sueños y grandes esperanzas, pero ahora todo se ha ido; nos hemos quedado sin nada. No hay nada qué hacer; Si algo iba a suceder, ya es demasiado tarde". Como si le hubiera apostado todo al Señor Jesús... y hubiera perdido.

Pero ahora, en esa visión futura, en la que Juan contempla al Cordero Inmolado, como el único que puede tomar el libro y desatar sus sellos, él se da cuenta que en realidad el día que Cristo padeció en la Cruz, dio inicio a una nueva época, que lo que ocurrió en aquella ocasión fue una victoria decisiva para toda la humanidad, las tinieblas y el mal habían sido derrotados por la luz y el bien, de una vez y para siempre, JESUCRISTO VENCIO. Y en su triunfo dio a luz a la iglesia.

Ahora bien, Cuando el Cordero Inmolado, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, aquel que nos redimió no con oro o plata, sino con su sangre preciosa, tomé el libro, sorprendentemente se dará cuenta que una fiesta de regocijo espiritual se llevará a cabo, en su honor, como Ejércitos en orden, la Iglesia de todas las épocas, de todas las edades, sin distinción de razas, de color, de posición social, victoriosa desfilará unida hombro con hombro.

Como trofeo de su victoria, como huerto abierto, la iglesia se entregará a Cristo, postrada en adoración, perfumando con sus oraciones su presencia, y entonces el cielo guardará silencio, los millares y millares de ángeles no emitirán ni un solo sonido, porque la iglesia empezará a cantar un nuevo cántico, todos los confines del universo se llenarán del cántico de la redención que dirá:“Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra”.

Ese cantico estará lleno de reconocimiento dirigido hacia el autor de tan loable hazaña, por fin en toda su cabalidad la iglesia comprenderá, lo que quiso expresar el Espíritu Santo, cuanto movió las manos de los escritores bíblicos a anotar:

"Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25)

"Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave" (Efesios 5:2)

"El cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20)

El sacrificio y la muerte de Cristo, es la suprema expresión de su amor por todos los que formamos la iglesia. En el tiempo de cumplimiento de la profecía que he relatado ese tan grande amor será valorado en toda su extensión.

Mas es tiempo, que así como los primeros testigos que sufrieron mucho por ser cristianos, fueron sostenidos en su dolor por esta razón:“El cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí”, y eso los llevó a que firmemente tomaran la resolución de ser fieles a Cristo aun a costa de su propia vida física, también nosotros digamos:“El cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí”,y tomemos la decisión sin fluctuar, de llevar una vida santa, consagrada y espiritual donde solo Jesucristo sea reflejado.

Para que yo fuera iglesia y su grande amor quedará de manifiesto –debemos de verlo así— fue necesario que Jesucristo se entregará, entonces debemos de llevar ese sacrificio y amor al terreno individual, a donde pensemos, eso tienen que ver conmigo y entonces veo a Cristo sufriendo y muriendo, ¿por quién? Por mí, por mí. Cuando leo:“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28), de esos muchos yo soy uno de ellos, y fluye dentro de mi corazón esta gran realidad: el amor de Cristo es para mí. De modo que inmediatamente surge la respuesta: “Si Señor Jesús tu lo hiciste por mí, por lo tanto si tú me ayudas, yo lo hare por ti, quiero ser una iglesia espiritual, que con mi vida, cantaré desde ahora, ese cantico que dice:

Eres digno de abrir los sellos Jesús, eres digno de abrir los sellos Señor, Por que fuiste inmolado…”

Amén.

Lectura Diaria de la Biblia UNO+MAS